Escribir sobre la mujer, en tiempos de pandemia y en el marco del siglo XXI, es un acto de valoración, de reconocimiento, por el ser y el estar y por ello es imperante, retomar la estrofa VIII, de nuestro Himno Nacional, que recoge lo que ha vivido, la mujer colombiana y se plasma a manera de párrafo, sin la simetría de una estrofa y dice así: la Virgen sus cabellos arranca en agonía y de su amor viuda, los cuelga del ciprés, lamenta su esperanza, que cubre losa fría, pero glorioso orgullo circunda su alba tez. Y al consultar la explicación, de esta estrofa, aparece la Virgen dolorosa, y se refiere a las mujeres, que lloran la muerte de sus soldados, esposos o hijos, y que al mismo tiempo llevan el orgullo de la causa independentista.
Desde esta perspectiva se devela, el aporte que la mujer, ha realizado, a la construcción de país, de región y localidad, desde varios campos social, cultural, económica, política, religiosa, científica, espiritual, natural, entre otros aportes. Desde esta mirada la mujer, es una ser que día a día ha demostrado, que a través de sus “pérdidas”, como el vuelo del Chicao, evidencia fortaleza, resiliencia, resistencia y solidaridad.
También, es importante resaltar que la mujer, es sinónimo de empoderamiento, de lucha por ganar un sitial protagónico, en la transformación, de los imaginarios colectivos que existen en la sociedad y que, en ocasiones, se le ha vulnerado el derecho a acceder a cargos “mal llamados de poder”, porque los cargos, que se desempeñan, sea el que sea, deben ser pensados para el beneficio de las comunidades.
Y lo significativo, de este proceso, es que cuando la mujer accede, a estos cargos, siempre evidencia, fuerza, talante, competencia intelectual, ética, trabajo en equipo, empatía, liderazgo, consolida su rol y demuestra que la “mujer como la educación, son el eje de desarrollo de los pueblos”, con ello se hace visible el aporte que hizo en los orígenes de las ciudades y de la agricultura. Desde estos aportes la mujer fue fundamental para obtener la civilización de la cual hoy se goza.
También, permite visibilizar, que la mujer, desde épocas remotas es cuidadora, dueña de semillas y cartógrafa, (pues pudo guardar en sus trenzas las semillas, para cuando encontraran un territorio seguro para echar raíces, sembrar y obtener el pan coger y además en su cabeza, diseñaron a través de las trenzas los mapas de huida y así obtener la libertad); en este aparte se resalta a la mujer Afrocolombiana.
Lo anterior, evidencia que las mujeres, indígenas, mestizas, campesinas, raizales, palenqueras, tiene consigo un espíritu de prevención y de proyección, para garantizar la vida en el planeta.
Ahora bien, en todo este recorrido, la mujer, sigue su camino, para posicionarse en el siglo XXI, desde el fortalecimiento de las habilidades comunicativas, investigativas, liderazgo, de empoderamiento y aquí, cobra relevancia el papel transformador de la escuela, que debe seguir aperturando, los espacios, para que la mujer, continúe ganando reconocimiento y liderazgo.
Para ello es necesario, que se inicie un proceso de lectura, de indagación en las comunidades, en los diferentes sectores e instituciones, asentadas en los territorios, que posibilite la elaboración y ejecución de proyectos en beneficio de las comunidades, en todos los campos, sociales, empresariales, culturales, científicos, naturales, económico, comunicativos, innovadores, y tecnológicos con el fin, que coadyuven, en el desarrollo local, regional y nacional.
En otras palabras, que forme a una mujer líder capaz de dinamizar e integrar a las comunidades, que piense en el bienestar colectivo y que sean garantes del fortalecimiento del tejido social, entre otros aspectos importantes y relevantes para alcanzar un desarrollo humano sostenible, como ha sido el legado de nuestra mujer de antaño. Es importante hacer alusión a la mujer de antaño, porque ella desde su sencillez, creo empresas, escuelas, puestos de salud, lucho por los servicios públicos y se enfrentó a las dificultades de la época y hoy continua sus luchas por hacer de Colombia, es mejor país del mundo.
Pero cuando se indaga, en el mar de la información que circula en el ciber espacio, se encuentra con unas frases que no identifican a la mujer, que se nota tintes de discriminación, de burla, de chistes, de compararla con el hombre y otras que sí, le dan la importancia en el rol que cumple en la sociedad. Con todo ello, nada describe el poder de la mujer colombiana, pues ella refleja un matiz cálido, resiliente, aferrado a su tradición de mujer luchadora, valiente y muy inteligente, que ha sabido sortear, las vicisitudes, que se enfrenta a un nuevo amanecer, a nuevo latir y a un nuevo atardecer, confiada que pronto llegara, los momentos de encuentro y de respeto por el otro y los otros.
Para finalizar, estas líneas de reconocimiento sobre la MUJER, que es símbolo de Movimiento social, de libertad, de Unidad, en busca de alcanzar Justicia, para poder lograr las transformaciones, Existentes en este mundo que está a las puertas de una nueva Revolución industrial, informática, de conocimiento, innovación y creatividad y ahí estará la mujer, cada día más cualificada, para alcanzar lo que este mundo requiere.
Dado en Santander de Quilichao, Departamento del Cauca, Noviembre 2020.
Por: Esp. Liset María Abonia Balanta
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