​​Jhonatan David Molina Urrego acudió puntual a la cita pactada dos días antes a través de una llamada telefónica corta y escueta que solo tenía la intención de asignar hora y lugar a los jóvenes que se vincularían al proceso de fortalecimiento a emprendimientos juveniles en el Cauca operado por la Corporación Social Manantial; su contacto llegó a través de los colectivos afro y de juventudes de Santander de Quilichao en el Cauca. Su sonrisa fue su carta de presentación, con ella arropaba el entusiasmo y el optimismo con el que expuso, durante 30 minutos, su emprendimiento: Natural Soap, hoy con un nuevo nombre (NATIVO, cosmética natural), una idea innovadora que vende, y que no es difícil de comprar, los beneficios de jabones elaborados a partir de productos naturales, frutas, plantas medicinales y aceites.

Estudiante de ingeniería agroindustrial que a sus 20 años camina por las calles de Santander de Quilichao armando su sueño de a poco, contándolo y contagiando a cuanta persona, conocida o no, se le atraviesa en la ruta. En este mundo actual de aperturas en el que los jóvenes han crecido en medio de la diversidad cultural y las transformaciones digitales, sociales y económicas, que indudablemente los toca con una insistencia que ya imaginamos, estudiar, graduarse y buscar un empleo en una prestante empresa ya no es una meta atractiva. Hoy se reclama independencia y soberanía en la generación de ingresos.

En nuestro país se vienen consolidando escenarios casi ideales para el fomento y apoyo a sueños juveniles como el de Jhonatan, se han impulsado tres leyes para el incentivo de emprendimientos: la Ley 1014 del 2006 que fomenta la cultura y el emprendimiento; la Ley 1780 del 2016 para promover el emprendimiento juvenil; y la Ley 1834 del 2017 para fomentar la economía creativa naranja. Sin embargo, emprender no es tarea fácil, pues requiere del perfecto funcionamiento de tres elementos: 1) una actitud de las personas; 2) unas capacidades empresariales y gerenciales; y 3) un entorno competitivo en el país.

Aún con lo contagiosa que es la actitud con la que llegó Jhonatan a su cita y que, después de 7 meses en el proceso, aún mantiene, consolidar su idea se ha convertido en una tarea ardua que depende de factores que van más allá de las ganas y el dinamismo juvenil. Liderar un emprendimiento requiere de la adquisición de capacidades y conocimientos específicos que caminen de la mano de la actitud; demanda de acompañamiento, asesoría y guía que encaminen el entusiasmo, la buena idea y los sueños hacia realidades posibles; presupone un ecosistema jurídico y económico que facilite y motive la generación de empresa; y, sobre todo, el fortalecimiento de la resiliencia como mecanismo individual para recuperarse de situaciones adversas que, con seguridad, jóvenes emprendedores como Jhonatan tendrán que experimentar antes de ser un empresario exitoso.

Del otro lado de la mesa se encuentra el mercado con sus aristas: clientes, consumidores y exigencias, con una marcada necesidad de articular la satisfacción de sus demandas con alternativas que promocionen la sostenibilidad ambiental, el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural, la visibilización de los saberes ancestrales, el diálogo, la transparencia y el respeto a los elementos sociales que subyacen en el intercambio comercial.

Para Jhonatan ha sido relativamente fácil sostener su idea bajo los conceptos de valor agregado que le suma la producción de sus jabones a partir del conocimiento ancestral que su abuela le ha legado; sin embargo, sostener una buena idea como la de este joven, mantenerla y posicionarla precisa de la incorporación a esquemas y modelos de comercio justo que posibiliten oportunidades de desarrollo a emprendedores, pequeños empresarios, pequeños agricultores y artesanos en desventaja económica y social, en comparación con actores dominantes en el mercado.

A pesar de las dificultades y limitantes que el entorno atraviesa en el camino a Jhonatan y a los jóvenes emprendedores, en el Cauca o en cualquier parte de Colombia, afrodescendientes, mestizos o indígenas, sus sonrisas seguirán siendo una carta de presentación que abrirá puertas. Hoy Jhonatan ha mejorado su proceso, su empaque e imagen corporativa, su costeo y ha podido participar en ferias para mostrar su producto, sus jabones no duran mucho tiempo en la estantería; seguramente no dejará de insistir y aumentará su capacidad y experiencia en el mercado. Por esta razón, la invitación es a que apoyemos los emprendimientos como los de Jhonatan, los de un amigo, un conocido o un desconocido, detrás de su producto o servicio hay un gran esfuerzo que busca mejorar las condiciones económicas de familias y que, sin duda, también quieren satisfacer las necesidades de todos. 

Daniel Augusto Osorio