Cuando Fabián Castellanos me propuso que dedicáramos esta editorial a las cometas de agosto, le dije que ya lo habíamos hecho anteriormente… Sin embargo, es difícil no detenerse a contemplar el espectáculo en el cielo una tarde de domingo, mientras decenas de cometas flotan en el lienzo azul debatiéndose entre nubes y pájaros… “Suéltele más cuerda” se escuchan los gritos de un extremo a otro… “que no se caiga”… dice una mujer desde su silla, quien sentada cuál directora de orquesta da las instrucciones necesarias para que la cometa sostenida por su esposo y su pequeño hijo se mantenga fija en el aire, mientras ella se frota la barriga que deja entrever en la proyección de un camisón de florecitas de colores.

Me cautivan las miradas fijas allá arriba, expectantes con lo que sucede, miradas de esperanza y de anhelo. Y así transcurre una tarde entre risas, historias y cometas en el aire… de pronto sucede lo inesperado, la fuerza del viento sobre el carrete de hilo empieza a oponer resistencia al hombre que le sostiene, empieza la lucha, soltar y templar, soltar y templar para intentar dominar el cuerpo flotante que pareciera sucumbir entre acrobacias aéreas dando vueltas y vueltas con rebeldía , la mujer grita , el niño se tapa los ojos, el hombre se inclina para mantener su cuerpo desde tierra con fuerza, una nube amenazante de lluvia se avecina, el olor a tierra húmeda se apodera del campo, el viento sopla generosamente y mientras los cabellos de la mujer caen sobre su cara y ella los retira para seguir mirando arriba, se rompe la cuerda y la cometa sale volando y se va… De repente el silencio se apodera del campo de maíz recién cosechado, el niño rompe en llanto y papá y mamá se miran exhalando con resignación. Ella se pone de pie, estrecha al niño contra su pierna frotando con dulzura su espalda, abraza al piloto que acaba de lanzar la nave de los sueños, él acaricia el futuro en su vientre y juntos se quedan mirando a lo lejos del atardecer, como dando gracias a la cometa que se ha ido y anhelando que el viento que se las arrebató la lleve al infinito! Isabel me lo decía parafraseando a Cortázar: “a veces, hay ausencias que representan un verdadero triunfo”. Hasta pronto cometas, nos veremos en algún lugar del horizonte donde se encuentran los sueños y las esperanzas.